miércoles, 21 de octubre de 2015

Rapsodeando a Marta Muñiz Rueda



BALADA DEL AMOR Y LA MUERTE



Canta Chavela Vargas
su luto en Coyoacán.

Frida ha muerto.

Ha muerto Frida
y en sus muslos se vierten,
aún calientes,
anémonas de sangre
empapando las sábanas
que en otro tiempo ardieron
como antorchas girantes
de noches y deseos.

Han parido el dolor
como si el llanto
fuese cosa de dos
y se abriera a la luz como azucena.

El amor ha bailado
en ese cuarto
un tango boca a boca.

Ellas no conocieron
el significado de la palabra Stop,
no viven de las normas
ni esperan los laureles,
ni atisban arcoíris que observan los demás.

Conocen bien la ruta
de la fugacidad y el erotismo.
Son la reencarnación de un lirio efímero,
la explosión del amor en las alondras.

Pero nunca el adiós
tiene misericordia
para actuar a dúo.

Alguien debe quedarse
para inventar el llanto.

Cuando tú te hayas ido
me envolverán las sombras…


A partir de ese jueves,
la vida continúa, cotidiana,
es una proyección en blanco y negro;
pero hay alas de fénix
bajo el calor de un poncho
y suena una ranchera a contrapelo.

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